Perdona a tus enemigos, pero nunca olvides sus nombres. – John F Kennedy
Lo hecho, hecho está.
No podemos hacer retroceder el reloj del tiempo. Bueno o malo, correcto o incorrecto, se hace. ¡Se acabó!
Una vez mezclados los ingredientes, no podemos separarlos.
Una vez que una palabra sale de nuestra boca, no podemos retractarnos.
Una vez que hacemos una acción, no podemos elegir otra en su lugar.
Una vez que la madera se reduce a aserrín, no puedes volver a convertirla en una tabla
Una vez que Humpty Dumpty cayó, todos los reyes caballos y todos los reyes hombres no pudieron volver a armar a Humpty Dumpty
Una vez que llega el día de hoy, se vuelve demasiado tarde para vivir en el dia de ayerA pesar de que nadie puede refutar las declaraciones obvias anteriores, no es raro que muchos de nosotros todavía nos encontremos reelaborando ayer. Como psicoterapeuta, me sorprende cuántos de mis clientes parecen no poder abandonar la tierra de "si tan solo" y "podría haberlo hecho".
Para esos clientes, el ayer les impide vivir plenamente el hoy, ya que la culpa, el arrepentimiento y la retrospectiva los hacen mucho más sabios. No pueden perdonarse a sí mismos por no “saber mejor” en ese momento.
¡Ojalá lo supiéramos todo cuando teníamos cuatro años!
La buena noticia es que existe una alternativa a la parálisis emocional de "Debería haberlo sabido mejor". En lugar de desear haberlo sabido mejor y patearte por no haberlo sabido, ¿qué tal si te das una segunda oportunidad?
No hay repeticiones... pero sí segundas oportunidades